miércoles, 30 de diciembre de 2009

Eternidad, y otros sueños vanos

Me quedé mirando la Luna en la ventana, semioculta entre nubes blancas y grises que se empeñaban en entorpecer el brillo de su liviana luz, ese resplandor inquietante con el que nos obsequia en las noches despejadas. Pobre incomprendida, condenada por toda la eternidad a un ciclo que le lleva poco a poco hacia un momento de esplendor, de plenitud, para después, conducirse a una decadencia progresiva, tras la cual, desaparece de nuestra vista. Hablamos de “Luna Nueva”, cuando no podemos verla, cuando permanece invisible a nuestros ofuscados ojos. Desde ese momento, la Luna vuelve a renacer, y despacito, noche tras noche, va dejando asomar su brillo tímidamente, para volver a ocupar su majestuoso lugar en el orbe tal y como lo hizo un mes antes. Y así, por los siglos de los siglos.
Pobres miserables nosotros, que como pequeñas motas de polvo en un mayúsculo Universo, sufrimos nuestra particular condena, sabiendo que cuando dejamos de ser visibles para las personas, al contrario que la Luna, ya no volvemos a la Tierra para demostrar que al menos, nuestro alma sigue vive. Y así, poco a poco se va olvidando nuestra imagen, y con el tiempo, nuestra esencia.

Cuando quise mirar el reloj, me acabó sorprendiendo el amanecer. En aquel preciso instante en que todo permanecía quieto, un escalofrío subió por mi espalda;hacía fresco en la calle. Solo se oía el vago cantar de unos cuantos pájaros madrugadores, confundidos por el rojizo despertar de ese cielo que observaba, y cómo no, por la luz de las farolas.

Inevitablemente, tuve que despedirme de la oscuridad. El sol se apresuraba, como cada día. Aunque para muchos era pronto, a mi se me había hecho tarde

martes, 29 de diciembre de 2009

Año nuevo, propósitos viejos

No sé cómo ni por qué me encuentro ahora mismo redactando las primeras líneas de mi primer blog. Ayer, un repentino impulso creativo me asaltó a eso de la hora del desayuno: "¿y si probase a derramar mis pensamientos en la red?. Aunque probablemente a nadie le interesen, me obligaré a ejercitarme en el noble arte de la escritura". Asi que, aquí estoy, intentando dar rienda suelta a lo que me pedía el cuerpo en lo que se me antoja como un síntoma del síndrome de "los buenos propósitos para el Año Nuevo".

Más allá de intentar ir con (mucha) mayor frecuencia al gimnasio, estudiar inglés, aprender a cocinar o evitar los atracones de estudio horas antes de los exámenes de febrero, me planteo escribir. Escribir como terapia, como desahogo a todas esas espinitas que día a día se me clavan, a todas esas pérdidas y dolores que nos acaban acompañando a todos. Perdemos seres queridos, perdemos la confianza en algunas personas, incluso en nosotros mismos, perdemos el control de la situación, e incluso el Norte. Pero si hay algo en lo que creo, es cuando perdemos la conexión con nuestro propio alma...la mejor medicina para reconectar es expulsar aquello que nos atenaza, que aprieta y ahoga, expresándolo. Y para mi no hay manera mejor muchas veces que hacerlo escribiendo.

Inaugurado quedas, pájaro dorado!